Estuve leyendo un artículo muy interesante sobre las características de los alemanes (que coincide plenamente con lo que he oído contar a personas que han visitado o vivido en Alemania).
Ellos son muy formales en las relaciones interpersonales, en particular ante personas de prestigio o de edad, las bromas groseras y el lenguaje desbocado son totalmente reprobados. El "tú" es usado sólo entre los amigos íntimos y es la persona de mayor edad y la más importante la que debe tomar la iniciativa de tutear.
En el trabajo los hombres usan saco y corbata y las mujeres tailleur o pantalones.
Aman la precisión en las cifras, en los horarios, la disciplina y la obediencia a las leyes. Y no tiran basuras en la calle.
A nosotros, los argentinos, todo esto nos puede parecer formal, aburrido, perimido, superado. Nosotros somos expresivos, liberados, desectructurados. Nosotros tuteamos a todo el mundo (el "usted" ha desaparecido de nuestro vocabulario): desde el niño en la escuela para dirigirse al portero, a la maestra o la directora hasta la empleada bancaria que acaba de terminar el secundario, para dirigirse a un cliente, señor mayor.
Nosotros hemos reemplazado el riquísimo vocabulario castellano por el "re". Y las groserías nos caracterizan desde la conversación familiar a la TV (corren los e-mail con las caracterísicas propias del hablar argentino festejando su reducción a la mínima expresión: "culo", "mierda", "boludo")
Nosotros nos hemos liberado hasta el extremo que la indumentaria propia de la playa o pileta (ojotas, bermudas, musculosas) las usamos para pasear por el centro un domingo a la tarde, lo mismo que para ir al supermercado ¡y hasta para entrar a la iglesia!
Jamás nuestras reuniones comienzan a la hora señalada. Estamos en 1º lugar en cuanto a los accidentes de tránsito, porque ¿ quién va a respetar sus leyes?
Nosotros tiramos todo en el suelo: en la calle, el club, la escuela, etc; escribimos las paredes, las columnas, ¡y hasta las piedras de las sierras donde vamos de vacaciones!
Y la lista podría continuar por varias páginas.....
Ahora bien. Los trenes alemanes funcionan a la perfección. No tienen problemas con la energía, el agua, el gas, las comunicaciones.....
En fin, la precisión y el formalismo se dan también en todos los servicio y ámbitos, y tienen una calidad de vida que nosotros ni nos podemos imaginar.
Porque nuestra informalidad la vemos a diario con los cortes de energía, la falta de agua, de gas, la basura amontonada en nuestros ámbitos públicos, en los trenes que no funcionan (donde hay trenes, claro), los aviones no despegan, los piquetes, los reclamos diarios de "tal o cual", la lucha permanente por conseguir justicia, un pequeño beneficio, las escuelas que no están en condiciones de albergar alumnos, los "niños cartoneros" ¿continúo con la lista?. Los argentinos las "sufrimos" a diairo.
No es que yo ame o admire a los alemanes (hablo de actitudes como sociedad), solamente saco como conclusión que ellos, los formales alemanes, viven en el primer mundo.
Nosostros, los liberados argentinos, en el tercer mundo.