martes, 8 de abril de 2014

ESPERA-DESESPERA

   Deambula por el comedor, mirando los muebles, pasa el dedo sobre la madera de la mesa, constatando que una leve capa de polvo la opaca, se detiene ante los cuadros de la pared, los acomoda milímetralmente. Llega a la ventana, con la manga de la camisa quita el vapor del vidrio, apoya la frente y se queda mirando la llovizna que empapa el jardín; las plantas le ofrecen su verdor coronadas de gotitas transparentes invitándola a salir a jugar a la ronda, pero desiste cuando el frío y la humedad le ganan el rostro y vuelve sobre sus pasos. Recorre el pasillo, le gusta la imagen que le devuelve el espejo, la producción es discreta, pero excelente; llega al cuarto, estira las sábanas para borrar una insignificante arruga, corre la cortina, mete la punta de un zapato que asoma desafiante y cierra la puerta del armario. Permanece unos minutos inmóvil. Lentamente recorre el camino inverso y vuelve al comedor. Sigue hasta la cocina. Abre la alacena y se queda, estática, con la mirada fija en los estantes. Cierra las puertitas.  Abre la heladera y repite el ritual de abrir, mirar y cerrar.
   Arrastrándose, cual babosa sobre hoja rugosa, regresa al comedor. Por enésima vez descuelga el auricular y escucha: tiene tono. Pero no llama.
   
CUENTO .   18-03-14

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