CREENCIAS
Era entonces la era en que el agnosticismo no existía porque todas las tribus tenían sus dioses. Los recolectores invocaban a los duendes y hadas que fluctuaban por diversos espacios para que los guiaran hacia donde pudieran encontrar su sustento y su abrigo.
Los agricultores ofrecían los mejores frutos de su cosecha a los dioses que habían enviado a tiempo la lluvia, el viento y el sol.
Los alfareros, tejedores y artesanos decoraban sus obras con las imágenes de sus dioses que los inspiraban a ser creativos con lo que salía de sus manos.
También las autoridades y los guerreros invocaban a sus dioses con toda clase de sacrificios, letanías, danzas y gritos, para que les ayudaran a discernir las medidas que debían asumir y las batallas a ganar para defender a sus tribus.
Los constructores y arquitectos levantaban monumentales templos intentando acercarle a sus poderosos dioses sus alabanzas, súplicas y agradecimientos.
Las familias se reunían al comenzar y al terminar el día en el hogar, en torno al altar de los dioses familiares, encomendándoles sus cotidianos esfuerzos.
El desconocimiento de las leyes de la naturaleza y todo lo que era inexplicable les hacía reconocer la existencia de Alguien superior que ordenaba el cosmos.
Hoy, el hombre, con el desarrollo inconmensurable de la ciencia y la tecnología ha analizado, desmenuzado e identificado las funciones de hasta las células y genes, explicado los ciclos de la naturaleza y las leyes de la física, explorado los abismos de los mares y las cimas extremas, caminado por la luna y llegado con sus zondas satelitales a otros planetas, vive intercomunicado y ha transformado a la tierra en una aldea global.
Liberado de los miedos, desconocimientos y supersticiones de sus antepasados, el hombre se siente omnipotente y se declara agnóstico.
Pero sigue adorando a sus nuevos dioses: el trabajo, automóvil, vestimenta, sofisticados electrodomésticos, celulares inteligentes, adicciones, status social, fama, placer, poder y dinero; sobre todo, dinero.
NO ha encontrado aún al Supremo Hacedor.
COMENTARIO - 5-05-14
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