Primavera que vienes galopando
con unos piececitos desnudos sobre la arena tibia
y la sangre apurada en las venas,
respirando a flor de piel.
Los durazneros que estallan
violentamente color rosa
y que aceleran los latidos adolescentes,
bajo un diáfano azul
de mil estrellas de ilusión,
canto de amor
y verdes praderas de juventud.
Primavera, que te metes bajo la piel,
encendiéndola,
que renuevas las células gastadas del invierno
y haces sentir tu ligereza
en los talles finos de las muchachas,
en los cabellos alborotados
reflejando un sol más limpio
y en la risa contagiosa
de ser jóvenes.
Primavera, que vivificas
el aire, el sol, el verde y el cielo,
y la gente y los pájaros,
la vida... y el amor,
en éste, tu nuevo nacimiento,
al extender tu mano hacia nosotros,
no dejes un solo rincón,
un solo camino, una sola flor;
no dejes una sola esperanza,
un solo niño, un solo cariño;
no dejes una sola madre, un solo hijo,
un solo proyecto, una sola ilusión,
sin alimentar con la tibieza de tu amor.
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