Genial Alis !!! Me parece maravilloso el intructivo !!!!!!!
Maricel Dutto
viernes, 21 de febrero de 2014
jueves, 20 de febrero de 2014
INSTRUCTIVO PARA LLEGAR A MI CASA ( O LAS 7 PUERTAS )
1- Dé todas las vueltas a la manzana necesarias, hasta que consiga un lugar para estacionar (puede variar entre dos y ocho).
2- Coloque en un lugar visible desde el exterior la tarjeta con el permiso de estacionamiento.
3- Baje del vehículo con los dos llaveros en la mano derecha.
4- Descargue todos los bártulos y acomódelos entre la mano y el hombro izquierdos.
5- Cierre con llave el automóvil.
6- Camine hasta el edificio.
7- Introduzca la llave y hágala girar hacia la izquierda.
8- Empuje la puerta de reja con el hombro derecho (no intente otro movimiento porque la pared pegada verticalmente a la puerta se lo impedirá).
9- Sosténgala abierta hasta que haya logrado introducir todos los bultos en el primer hall.
10- Abra la puerta de vidrio y repita la operación 9 hasta que logre acomodarse en el segundo hall.
11-Llame el ascensor.
12- Espere pacientemente.
13- En caso que algún vecino haya olvidado cerrar la puerta, deposite todo lo que lleva, en el piso.
14- Salga al primer hall y por el portero eléctrico solicítele gentilmente que le envíe el ascensor.
15- Regrese al segundo hall.
16- Vuelva a cargar todo lo que lleva en su lado izquierdo.
17- Espere pacientemente que baje el ascensor.
18- Al llegar éste abra la puerta de madera. Luego la de reja.
19- Introdúzcase en el ascensor.
20- Si aún tiene fuerza mantenga en suspenso todo lo que lleva.
21- En caso contrario apoye todo en el piso.
22- Cierre la puerta de madera y luego la de reja.
23- Apriete el botón del piso 12.
24- Espere pacientemente.
25- Al llegar abra la puerta de reja y luego la de madera.
26- Traslade todo lo que lleva al palier.
27- Cierre la puerta de reja. Luego la de madera.
28- Encienda la luz del palier.
29- Indroduzca la llave en la puerta del departamento y ábrala.
30- Acarree todo lo que lleva al interior del departamento.
31- Cierre la puerta y échele llave.
OPCIONAL: puede putear.
CUENTO - 14-11-13
Basado en un hecho real, diario, cotidiano.
2- Coloque en un lugar visible desde el exterior la tarjeta con el permiso de estacionamiento.
3- Baje del vehículo con los dos llaveros en la mano derecha.
4- Descargue todos los bártulos y acomódelos entre la mano y el hombro izquierdos.
5- Cierre con llave el automóvil.
6- Camine hasta el edificio.
7- Introduzca la llave y hágala girar hacia la izquierda.
8- Empuje la puerta de reja con el hombro derecho (no intente otro movimiento porque la pared pegada verticalmente a la puerta se lo impedirá).
9- Sosténgala abierta hasta que haya logrado introducir todos los bultos en el primer hall.
10- Abra la puerta de vidrio y repita la operación 9 hasta que logre acomodarse en el segundo hall.
11-Llame el ascensor.
12- Espere pacientemente.
13- En caso que algún vecino haya olvidado cerrar la puerta, deposite todo lo que lleva, en el piso.
14- Salga al primer hall y por el portero eléctrico solicítele gentilmente que le envíe el ascensor.
15- Regrese al segundo hall.
16- Vuelva a cargar todo lo que lleva en su lado izquierdo.
17- Espere pacientemente que baje el ascensor.
18- Al llegar éste abra la puerta de madera. Luego la de reja.
19- Introdúzcase en el ascensor.
20- Si aún tiene fuerza mantenga en suspenso todo lo que lleva.
21- En caso contrario apoye todo en el piso.
22- Cierre la puerta de madera y luego la de reja.
23- Apriete el botón del piso 12.
24- Espere pacientemente.
25- Al llegar abra la puerta de reja y luego la de madera.
26- Traslade todo lo que lleva al palier.
27- Cierre la puerta de reja. Luego la de madera.
28- Encienda la luz del palier.
29- Indroduzca la llave en la puerta del departamento y ábrala.
30- Acarree todo lo que lleva al interior del departamento.
31- Cierre la puerta y échele llave.
OPCIONAL: puede putear.
CUENTO - 14-11-13
Basado en un hecho real, diario, cotidiano.
CALDERA DE ESTRELLAS
Sencilla la torcaza,
soberbia en su vuelo,
alada su figura,
con temblor de plumas
posóse sobre
el vetusto puente
en el silencio de la tarde
cuando una
caldera de estrellas
encendía el tibio
cielo rosado
sobre la siembra tardía.
Era su tiempo de gracia,
totalidad de la alegría,
disfrute delicioso,
deleite pleno
sensación infinita
en la espiral del tiempo
antes de emprender
el regreso
al nido-huella-vida.
POEMA - 23-10-13
Técnica: aliteración (repetición sistemática de un sonido).
Acompaña óleo de mi autoría, pintado a inspiración del poema.
soberbia en su vuelo,
alada su figura,
con temblor de plumas
posóse sobre
el vetusto puente
en el silencio de la tarde
cuando una
caldera de estrellas
encendía el tibio
cielo rosado
sobre la siembra tardía.
Era su tiempo de gracia,
totalidad de la alegría,
disfrute delicioso,
deleite pleno
sensación infinita
en la espiral del tiempo
antes de emprender
el regreso
al nido-huella-vida.
POEMA - 23-10-13
Técnica: aliteración (repetición sistemática de un sonido).
Acompaña óleo de mi autoría, pintado a inspiración del poema.
DEDITOS DE NÁCAR
Deditos de nácar
con dedales dorados
te abanicas de nada
te sofocas por poco.
Deditos de nácar
acompasas los dardos
de cada ráfaga
de aire cálido.
Deditos de nácar
acude en mi ayuda
con débiles suspiros
de tu aliento de menta.
Deditos de nácar
con dedales dorados
dame tu sonrisa
mi corazón te doy.
POEMA - 23-10-13
Técnica: aliteración (repetición sistemática de un sonido)
con dedales dorados
te abanicas de nada
te sofocas por poco.
Deditos de nácar
acompasas los dardos
de cada ráfaga
de aire cálido.
Deditos de nácar
acude en mi ayuda
con débiles suspiros
de tu aliento de menta.
Deditos de nácar
con dedales dorados
dame tu sonrisa
mi corazón te doy.
POEMA - 23-10-13
Técnica: aliteración (repetición sistemática de un sonido)
¡ LA P ... !
Políticos. Populismo.
Corrupción. Improvisación.
Pancartas. Panqueques.
Parafernalia de entrevistas.
Pocas ideas, muchas promesas.
Paseos callejeros,
caravanas, empanadas,
choripanes,
besos pegajosos,
fotografías y pasamanos.
Papelitos de colores
explotando sobre desprevenido
público, compulsivamente
manipulado
y aplaudidores profesionales
coptando los medios.
Argentina en campaña.
POEMA - 23-10-13
técnica : aliteración (repetición sistemática de un somido)
Corrupción. Improvisación.
Pancartas. Panqueques.
Parafernalia de entrevistas.
Pocas ideas, muchas promesas.
Paseos callejeros,
caravanas, empanadas,
choripanes,
besos pegajosos,
fotografías y pasamanos.
Papelitos de colores
explotando sobre desprevenido
público, compulsivamente
manipulado
y aplaudidores profesionales
coptando los medios.
Argentina en campaña.
POEMA - 23-10-13
técnica : aliteración (repetición sistemática de un somido)
CONTRASTES
Se bajó del colectivo y cruzó la ancha calle con las manos en los bolsillos y pasos ligeros hasta la mitad de la cuadra. Estaba a punto de tocar el timbre cuando el portero, uniformado de estricto azul, lo vio y le abrió la puerta. Agradeció y se dirigió al ascensor, subió hasta el octavo piso y llamó en la puerta de servicio. Tras largos minutos por el portero visor la señora preguntó _ ¿Quién es?
_ Soy yo, Juan, doña ...
_ Ya te dije que no me digas doña. Señora. ¡Señora! Pasá.
Empujó la puerta y cruzó el depósito, el lavadero, la cocina y llegó al cuarto posterior. Los cuatro perros que dormitaban sobre gruesas alfombras y blondos almohadones se despabilaron inmediatamente y saltaron a su encuentro, apoyándoles las patas en las piernas, pecho y espalda. Los fue acariciando de a uno, mientras les hablaba y enganchaba las correas a sus collares.
Con las correas férreamente asidas en la mano izquierda, para conseguir frenar el ímpetu de los canes, hizo el recorrido a la inversa y salió a la calle. El sol había vuelto tibio el aire, los árboles comenzaban a mostrar sus brotes nuevos de verde brillante y el césped entre la vereda y la calle estaba mullido y parejo.
Mientras caminaba, se detenía, según el ritmo y la decisión de los perros, e iba recogiendo los excrementos que depositaban, se volvió a asombrar de lo limpia que era esa calle. Las casas y edificios pintados, ordenados y los pocos peatones que circulaban a esa hora (la mayoría de los que transitaban lo hacían en automóviles).
Fue una verdadera suerte que el Padre Pedro lo hubiera recomendado para este trabajo; desde que había comenzado él podía aportar algo para que sus hermanitos pudieran comer todas las noches. Le gustaría ahorrar un poquito para comprarse unas zapatillas porque éstas no van a soportar mucho tiempo. Quizás si la patrona lo recomendara a alguna vecina o amiga podría conseguir otros perros para pasear y entonces podría renovar su ropa, ya que hasta ahora se había puesto el mismo jean y el mismo buzo todos los días.
A la hora regresó los perros a su habitación, los cepilló, les sirvió el agua y la comida (cada uno tenía sus propios recipientes), pasó la aspiradora por la alfombra y se despidió de sus amigos con caricias y la promesa de volver mañana.
En la cocina le pidió a la mucama que le avise a la patrona que ya había terminado. Varios minutos después apareció la señora y le extendió el dinero con dos dedos, le hizo varias preguntas sobre sus mascotas y le indicó que los sábados tendría que bañarlos.
_ ¿Algún problema?
_ No, doña, por mi está bien.
_ Ya te dije que no me digas doña. Señora.
_ Si, señora.
Se guardó los billetes en los bolsillos del buzo y volvió a la calle. Decidió no tomar el colectivo y caminar hasta la estación. Le iba a llevar más tiempo, pero se ahorraba el boleto. Apuró el paso y a ritmo firme llegó a la estación del tren que a esa hora ya estaba atiborrada de pasajeros. Se coló como pudo en un vagón; por supuesto imposible conseguir un asiento. Se apoyó en un caño y sintió el esfuerzo de la caminata. Estaba realmente cansado. Y además tenía hambre.
Al final llegó a su estación y logró salir rápido del tren. Hacía frío. Se cubrió la cabeza con la capucha del buzo. Se dirigió a la villa, sorteando bultos indefinidos en la oscuridad, montículos de basura y saltando las canaletas de aguas putrefactas mientras se internaba en el laberinto de casillas.
Sintió el caño en la nuca antes de la orden de que le entregara todo. Como un rayo le cruzó la imagen de las caritas de sus hermanitos, otra noche tomando sólo mate cocido y el ¡no! le surgió desde el pecho al tiempo que giraba con el brazo extendido y el puño cerrado. Sintió un calor en el pecho. Luego la oscuridad.
CUENTO - 7-10-13
_ Soy yo, Juan, doña ...
_ Ya te dije que no me digas doña. Señora. ¡Señora! Pasá.
Empujó la puerta y cruzó el depósito, el lavadero, la cocina y llegó al cuarto posterior. Los cuatro perros que dormitaban sobre gruesas alfombras y blondos almohadones se despabilaron inmediatamente y saltaron a su encuentro, apoyándoles las patas en las piernas, pecho y espalda. Los fue acariciando de a uno, mientras les hablaba y enganchaba las correas a sus collares.
Con las correas férreamente asidas en la mano izquierda, para conseguir frenar el ímpetu de los canes, hizo el recorrido a la inversa y salió a la calle. El sol había vuelto tibio el aire, los árboles comenzaban a mostrar sus brotes nuevos de verde brillante y el césped entre la vereda y la calle estaba mullido y parejo.
Mientras caminaba, se detenía, según el ritmo y la decisión de los perros, e iba recogiendo los excrementos que depositaban, se volvió a asombrar de lo limpia que era esa calle. Las casas y edificios pintados, ordenados y los pocos peatones que circulaban a esa hora (la mayoría de los que transitaban lo hacían en automóviles).
Fue una verdadera suerte que el Padre Pedro lo hubiera recomendado para este trabajo; desde que había comenzado él podía aportar algo para que sus hermanitos pudieran comer todas las noches. Le gustaría ahorrar un poquito para comprarse unas zapatillas porque éstas no van a soportar mucho tiempo. Quizás si la patrona lo recomendara a alguna vecina o amiga podría conseguir otros perros para pasear y entonces podría renovar su ropa, ya que hasta ahora se había puesto el mismo jean y el mismo buzo todos los días.
A la hora regresó los perros a su habitación, los cepilló, les sirvió el agua y la comida (cada uno tenía sus propios recipientes), pasó la aspiradora por la alfombra y se despidió de sus amigos con caricias y la promesa de volver mañana.
En la cocina le pidió a la mucama que le avise a la patrona que ya había terminado. Varios minutos después apareció la señora y le extendió el dinero con dos dedos, le hizo varias preguntas sobre sus mascotas y le indicó que los sábados tendría que bañarlos.
_ ¿Algún problema?
_ No, doña, por mi está bien.
_ Ya te dije que no me digas doña. Señora.
_ Si, señora.
Se guardó los billetes en los bolsillos del buzo y volvió a la calle. Decidió no tomar el colectivo y caminar hasta la estación. Le iba a llevar más tiempo, pero se ahorraba el boleto. Apuró el paso y a ritmo firme llegó a la estación del tren que a esa hora ya estaba atiborrada de pasajeros. Se coló como pudo en un vagón; por supuesto imposible conseguir un asiento. Se apoyó en un caño y sintió el esfuerzo de la caminata. Estaba realmente cansado. Y además tenía hambre.
Al final llegó a su estación y logró salir rápido del tren. Hacía frío. Se cubrió la cabeza con la capucha del buzo. Se dirigió a la villa, sorteando bultos indefinidos en la oscuridad, montículos de basura y saltando las canaletas de aguas putrefactas mientras se internaba en el laberinto de casillas.
Sintió el caño en la nuca antes de la orden de que le entregara todo. Como un rayo le cruzó la imagen de las caritas de sus hermanitos, otra noche tomando sólo mate cocido y el ¡no! le surgió desde el pecho al tiempo que giraba con el brazo extendido y el puño cerrado. Sintió un calor en el pecho. Luego la oscuridad.
CUENTO - 7-10-13
miércoles, 19 de febrero de 2014
MÓVIL VIVO
Alfredo estaba hablando por teléfono en su oficina cuando entró su hijo Benjamín, le señaló el sillón y terminó la conversación. Entonces, con el móvil aún en la mano, se acercó a saludarlo.
_ ¡Hola pá! ¿Todo bien?
_ Si, hijo ¿y vos?
_ Pasé a saludarte ...
_ En una hora salgo, si me esperás tomamos algo abajo y luego de regreso a casa te dejo en tu departamento.
-Ok. ¿A ver, viejo? ¿ Cuánto hace que tenés este celular? ¡Estás totalmente desactualizado, tenés que renovarte! Sos un empresario. ¡No podés andar con esa antigüedad!
Fue inútil que Alfredo le explicara que él sólo lo usa para hablar y, a veces, enviar algunos mensajitos. La contundencia de los argumentos de Benjamín lograron que le diera el dinero para que baje a la calle y en cuarenta minutos regrese con un nuevo teléfono móvil de pantalla táctil con tecnología de última generación.
Esa noche Alfredo pasó horas leyendo el instructivo para poder colocarle el chip, cargarlo e intentar, inútilmente, recuperar sus contactos.
El manual de instrucciones le indicaba los pasos a seguir, pero el celular tenía vida propia: una voz absolutamente impersonal de daba órdenes categóricas de lo que debía hacer, y si Alfredo se equivocaba, o intentaba otra cosa, la voz lo amonestaba instándolo a volver atrás y recomenzar toda la operación.
¿Por qué se dejó convencer por el muchacho? Si él se las arreglaba perfectamente con su viejo Nokia. Si. Era verdad. Él no se llevaba bien con la tecnología.
Finalmente, agotado, desistió de la tarea, lo abandonó sobre la mesa de noche y se durmió pesadamente. No sabe cuánto tiempo alcanzó a dormir cuando la voz impersonal lo despertó repitiéndole las órdenes que no había cumplido. Intentó apagarlo. Imposible. El móvil había tomado vida y enviaba mensajes, contestaba a los que le contestaban, llamaba a conocidos o extraños y les gritaba órdenes, intercaladas con música frénetica, palabras en idioma desconocido y se movía al ritmo de la música que emitía.
Alfredo apretaba sin éxito el botón "apagar", pero en la pantalla le aparecía el cartel "espere por favor". En su desesperación movía la pantalla táctil y buscaba la configuración cuando le empezaron a aparecer escenas de catástrofes naturales: inundaciones, incendios, terremotos, tsunamis, sin solución de continuidad.
Intentó correr la pantalla con sus torpes dedos y se le abrió la página de internet con los títulos de los diarios que comenzaban a salir a a la calle ya. ¡No quería leer, no quería saber nada, sólo que el maldito aparato se apague!
En un momento vio titilar un punto rojo, lo apretó, esperanzado de dar fin a la pesadilla y se encontró en video conferencia con hombres y mujeres que discutían acaloradamente sobre el calentamiento global hasta que por un mecanismo que no supo discernir, todos hicieron silencio, se volvieron hacia él y comenzaron a gritarle "¡espía!", "¡un espía!".
Bañado en sudor, con el celular fuertemente aferrado en su mano derecha se dirigió al balcón y pese al vértigo que siempre le daba asomarse desde el piso venticinco, abrió la puerta con la mano libre y revoleó el móvil con todas las fuerzas que pudo reunir.
Lo vio caer pesadamente mientras los gritos de "¡auxilio!" "¡socorro!" "¡asesino!" le perforaban los oídos.
CUENTO - 5-09-13
_ ¡Hola pá! ¿Todo bien?
_ Si, hijo ¿y vos?
_ Pasé a saludarte ...
_ En una hora salgo, si me esperás tomamos algo abajo y luego de regreso a casa te dejo en tu departamento.
-Ok. ¿A ver, viejo? ¿ Cuánto hace que tenés este celular? ¡Estás totalmente desactualizado, tenés que renovarte! Sos un empresario. ¡No podés andar con esa antigüedad!
Fue inútil que Alfredo le explicara que él sólo lo usa para hablar y, a veces, enviar algunos mensajitos. La contundencia de los argumentos de Benjamín lograron que le diera el dinero para que baje a la calle y en cuarenta minutos regrese con un nuevo teléfono móvil de pantalla táctil con tecnología de última generación.
Esa noche Alfredo pasó horas leyendo el instructivo para poder colocarle el chip, cargarlo e intentar, inútilmente, recuperar sus contactos.
El manual de instrucciones le indicaba los pasos a seguir, pero el celular tenía vida propia: una voz absolutamente impersonal de daba órdenes categóricas de lo que debía hacer, y si Alfredo se equivocaba, o intentaba otra cosa, la voz lo amonestaba instándolo a volver atrás y recomenzar toda la operación.
¿Por qué se dejó convencer por el muchacho? Si él se las arreglaba perfectamente con su viejo Nokia. Si. Era verdad. Él no se llevaba bien con la tecnología.
Finalmente, agotado, desistió de la tarea, lo abandonó sobre la mesa de noche y se durmió pesadamente. No sabe cuánto tiempo alcanzó a dormir cuando la voz impersonal lo despertó repitiéndole las órdenes que no había cumplido. Intentó apagarlo. Imposible. El móvil había tomado vida y enviaba mensajes, contestaba a los que le contestaban, llamaba a conocidos o extraños y les gritaba órdenes, intercaladas con música frénetica, palabras en idioma desconocido y se movía al ritmo de la música que emitía.
Alfredo apretaba sin éxito el botón "apagar", pero en la pantalla le aparecía el cartel "espere por favor". En su desesperación movía la pantalla táctil y buscaba la configuración cuando le empezaron a aparecer escenas de catástrofes naturales: inundaciones, incendios, terremotos, tsunamis, sin solución de continuidad.
Intentó correr la pantalla con sus torpes dedos y se le abrió la página de internet con los títulos de los diarios que comenzaban a salir a a la calle ya. ¡No quería leer, no quería saber nada, sólo que el maldito aparato se apague!
En un momento vio titilar un punto rojo, lo apretó, esperanzado de dar fin a la pesadilla y se encontró en video conferencia con hombres y mujeres que discutían acaloradamente sobre el calentamiento global hasta que por un mecanismo que no supo discernir, todos hicieron silencio, se volvieron hacia él y comenzaron a gritarle "¡espía!", "¡un espía!".
Bañado en sudor, con el celular fuertemente aferrado en su mano derecha se dirigió al balcón y pese al vértigo que siempre le daba asomarse desde el piso venticinco, abrió la puerta con la mano libre y revoleó el móvil con todas las fuerzas que pudo reunir.
Lo vio caer pesadamente mientras los gritos de "¡auxilio!" "¡socorro!" "¡asesino!" le perforaban los oídos.
CUENTO - 5-09-13
martes, 18 de febrero de 2014
CONDE
ENERO: Yo me pregunto qué pasará por la cabeza de este humano que me adoptó. El día que me fue a buscar, me sacó de la caja donde estaba durmientdo al calor de mi madre, me abrazó, me llenó de besos, me dio vuelta las orejas, me acarició a contrapelo, despeinándome y finalmente me instaló sobre una manta peluda en un habitáculo al lado de él, hizo unos ruidos espantosos y empezamos a movilizarnos a una velocidad que me produjo vértigo.
Por suerte cuando creí que ya no soportaría más esa situación, el movimiento cesó juntamente con el ruido.
De nuevo me cargó en sus brazos y con sonidos guturales me entregó a la humana que lo acompaña. Ella también repitió todo el rito de grititos, abrazos, besos, caricias, pero al menos ella es suave, delicada y huele muy bien.
Esos primeros días fueron muy pacientes conmigo, tratando de inculcarme dónde tenía que comer, dónde "descomer" y dónde dormir.
La primera noche extrañaba a mi mamá, así que no soporté y me puse a llorar. Ella se levantó , me acariciaba y hablaba dulcemente hasta que me dormía, pero luego me despertaba y se había ido, así que volvía a llorar y ella regresaba. Fue una larga noche.
Pero a la noche siguiente, cuando empecé a llorar, no apareció. Al fin me vencieron el sueño y el cansancio y me dormí.
FEBRERO ( primera quincena): Mi amo me llevó de otro humano que me palpó por todas partes, me midió de aquí y de allá, me puso sobre un aparato que tenía un señalador que según sus expresiones era muy preciso y finalmente me pinchó en una pata (yo me lo aguanté estoicamente) y derramó gotitas sobre mi cuello (estoy seguro que no era agua porque olía muy fuerte).
FEBRERO (segunda quincena): Mi amo tiene actitudes que no comprendo. Me tomó en brazos, me despeinó, como hace siempre, y cuando menos lo esperaba, me sumergió en una pileta con agua!!! Estaba tibia, es verdad, pero no me gustó nada, así que intenté por todos los medios escaparme, pero él es muy hábil y supo cómo mantenerme quieto. Además ella le ayudó. Me refregaron todo el cuerpo y empezó a aparecer una espuma blandita que creí que me iba a desteñir mis pelos oscuros. Pero no, con mucha agua, volví a ser yo.
Me envolvieron en una toalla inmensa y me abrieron la boca y pasaron por mis dientes un cepillo (por suerte era suave) con una pasta que tenía un gusto extraño, así que no me la comí. Pero después me quedó la boca fresca y aromatizada.
MARZO: Vivir aquí está bueno: a la mañana me abren la puerta y tengo un largo patio que recorro de un otro extremo a otro; puedo jugar, correr, dormir debajo de una hojas enormes, escarbar en la tierra. Eso sí, lo hago en los rincones, para que mis amos no se den cuenta, porque ya me enterè que no les gusta. Tampoco mastico las hojas, porque sino aparece ella y me refriega el hocico contra los restos vegetales, pero no es por eso, sino porque ella cambia totalmente el tono de voz en esos momentos.
ABRIL: Estoy creciendo mucho. Me doy cuenta porque al principio no podía subirme a los sillones, eran muy altos, pero ahora, si tomo impulso, salto y llego justo.
También mis pelos se alargaron muchísimo. Y eso está bueno. Porque encontré una forma de desquitarme. Como ellos insisten en bañarme (cosa que no comprendo, si yo sólo camino por la tierra, escarbo, me revuelco en el pasto y me paso el día lengüeteándome los pelos para que me queden lacios y brillosos); digo, como insisten en bañarme, me quedo quieto durante el sacrificio, pero en cuanto terminan, me sacudo el agua frenéticamente y los empapo. Al principio gritaban, pero creo que ya se acostumbraron, porque ahora se ríen.
JUNIO: Hoy estuvimos de fiesta. Fue muy extraño. Mis amos estaban observando algo, (un pequeño aparato que tenían en la mano) en un silencio tan absoluto, que yo también me quedé quieto y en silencio, ni la cola movía. De pronto estallaron en gritos, abrazos y besos. Después se percataron de mi presencia y me incorporaron al festejo: me abrazaban, besaban, me hablaban con cariño... Yo aproveché para saltar, ladrar y, sobre todo, pasarles la lengua por la cara. Todavía no sé qué hice para obtener semejante agasajo, pero lo disfruté mucho y aproveché para ganarme un lugar que deseaba desde hace tiempo: acomodarme en el sillón en medio de los dos cuando se sientan frente a la caja que tiene humanos pequeños adentro.
Él continúa con su costumbre de acariciarme a contrapelo, dejándome como un plumero, pero hoy no me importó.
DICIEMBRE: Hace mucho que no hablo de mi. Es que ya tengo un año, he crecido muchísimo, ya no corro tanto por la casa y el patio y estoy muy feliz viviendo con estos humanos.
MARZO (15): ¡Me abandonaron! ¡Se fueron y me dejaron! Ayer a la mañana, muy temprano, él me despertó y casi empujándome, me sacó a la galería, con mi canasto, mi plato y mi bebedero, cerró las puertas y desaparecieron. Me cansé de ladrar, intenté por todos los medios abrir la puerta, como hago siempre, pero fue imposible. Se fueron y me dejaron. Me siento tan decepcionado, que ni siquiera tuve ganas de comer.
MARZO (17): ¡Volvieron! ¡Volvieron! ¡Aparecieron hoy! Era tanta mi alegría cuando llegaron que les salté encima, los lengüeteé , ladraba sin parar, que me llevó un rato darme cuenta que habían traido un humano pequeñito. Lo descubrí porque sentí un olor desconocido, era un aroma dulzón y descubrí que provenía de un canasto grande como el mío pero sin techo. Ahí estaba el pequeño que olía tan bien ¡totalmente lampiño! No tiene los pelos de ella, tan parecidos a los míos, ni los pelos desteñidos en la cara de él. No, éste nada.
Me dejaron acercarme, olerlo, pero apenas pude tocarlo con el hocico. Tampoco me dejaron meterme en su canasto.
MAYO: El ritmo de nuestra vida cambió un poco: ahora todo gira en torno al nuevo amito. Dormimos, comemos o jugamos según a él se le antoja.
SETIEMBRE: ¡El pequeño humano es sensacional! Compartimos todo el tiempo. Los amos lo colocan en un almohadón en el suelo y me lo dejan a mi cuidado. Jugamos todo el día. Es tan simpático ... ¡Se ríe de todo lo que hago y le encanta que le pase la lengua por la cara! Y cuando se cansa y se duerme, con su cabeza sobre mi panza, me quedo quieto y lo cuido para que nadie lo toque.
ENERO: El pequeño es más parecido a mi que los amos. Él también anda en cuatro patas como yo, sólo que mucho más lento, pero me sigue por toda la casa y también por la galería y el patio. Yo me adelanto para mostrarle por dónde tiene que andar y vuelvo a buscarlo. A veces tengo que empujarlo, porque insiste en meterse en lugares incómodos, pero en general, pasamos el día jugando y riéndonos todo el tiempo. Lo que ocurre es que él, se parece a los de mi manada.
Por suerte cuando creí que ya no soportaría más esa situación, el movimiento cesó juntamente con el ruido.
De nuevo me cargó en sus brazos y con sonidos guturales me entregó a la humana que lo acompaña. Ella también repitió todo el rito de grititos, abrazos, besos, caricias, pero al menos ella es suave, delicada y huele muy bien.
Esos primeros días fueron muy pacientes conmigo, tratando de inculcarme dónde tenía que comer, dónde "descomer" y dónde dormir.
La primera noche extrañaba a mi mamá, así que no soporté y me puse a llorar. Ella se levantó , me acariciaba y hablaba dulcemente hasta que me dormía, pero luego me despertaba y se había ido, así que volvía a llorar y ella regresaba. Fue una larga noche.
Pero a la noche siguiente, cuando empecé a llorar, no apareció. Al fin me vencieron el sueño y el cansancio y me dormí.
FEBRERO ( primera quincena): Mi amo me llevó de otro humano que me palpó por todas partes, me midió de aquí y de allá, me puso sobre un aparato que tenía un señalador que según sus expresiones era muy preciso y finalmente me pinchó en una pata (yo me lo aguanté estoicamente) y derramó gotitas sobre mi cuello (estoy seguro que no era agua porque olía muy fuerte).
FEBRERO (segunda quincena): Mi amo tiene actitudes que no comprendo. Me tomó en brazos, me despeinó, como hace siempre, y cuando menos lo esperaba, me sumergió en una pileta con agua!!! Estaba tibia, es verdad, pero no me gustó nada, así que intenté por todos los medios escaparme, pero él es muy hábil y supo cómo mantenerme quieto. Además ella le ayudó. Me refregaron todo el cuerpo y empezó a aparecer una espuma blandita que creí que me iba a desteñir mis pelos oscuros. Pero no, con mucha agua, volví a ser yo.
Me envolvieron en una toalla inmensa y me abrieron la boca y pasaron por mis dientes un cepillo (por suerte era suave) con una pasta que tenía un gusto extraño, así que no me la comí. Pero después me quedó la boca fresca y aromatizada.
MARZO: Vivir aquí está bueno: a la mañana me abren la puerta y tengo un largo patio que recorro de un otro extremo a otro; puedo jugar, correr, dormir debajo de una hojas enormes, escarbar en la tierra. Eso sí, lo hago en los rincones, para que mis amos no se den cuenta, porque ya me enterè que no les gusta. Tampoco mastico las hojas, porque sino aparece ella y me refriega el hocico contra los restos vegetales, pero no es por eso, sino porque ella cambia totalmente el tono de voz en esos momentos.
ABRIL: Estoy creciendo mucho. Me doy cuenta porque al principio no podía subirme a los sillones, eran muy altos, pero ahora, si tomo impulso, salto y llego justo.
También mis pelos se alargaron muchísimo. Y eso está bueno. Porque encontré una forma de desquitarme. Como ellos insisten en bañarme (cosa que no comprendo, si yo sólo camino por la tierra, escarbo, me revuelco en el pasto y me paso el día lengüeteándome los pelos para que me queden lacios y brillosos); digo, como insisten en bañarme, me quedo quieto durante el sacrificio, pero en cuanto terminan, me sacudo el agua frenéticamente y los empapo. Al principio gritaban, pero creo que ya se acostumbraron, porque ahora se ríen.
JUNIO: Hoy estuvimos de fiesta. Fue muy extraño. Mis amos estaban observando algo, (un pequeño aparato que tenían en la mano) en un silencio tan absoluto, que yo también me quedé quieto y en silencio, ni la cola movía. De pronto estallaron en gritos, abrazos y besos. Después se percataron de mi presencia y me incorporaron al festejo: me abrazaban, besaban, me hablaban con cariño... Yo aproveché para saltar, ladrar y, sobre todo, pasarles la lengua por la cara. Todavía no sé qué hice para obtener semejante agasajo, pero lo disfruté mucho y aproveché para ganarme un lugar que deseaba desde hace tiempo: acomodarme en el sillón en medio de los dos cuando se sientan frente a la caja que tiene humanos pequeños adentro.
Él continúa con su costumbre de acariciarme a contrapelo, dejándome como un plumero, pero hoy no me importó.
DICIEMBRE: Hace mucho que no hablo de mi. Es que ya tengo un año, he crecido muchísimo, ya no corro tanto por la casa y el patio y estoy muy feliz viviendo con estos humanos.
MARZO (15): ¡Me abandonaron! ¡Se fueron y me dejaron! Ayer a la mañana, muy temprano, él me despertó y casi empujándome, me sacó a la galería, con mi canasto, mi plato y mi bebedero, cerró las puertas y desaparecieron. Me cansé de ladrar, intenté por todos los medios abrir la puerta, como hago siempre, pero fue imposible. Se fueron y me dejaron. Me siento tan decepcionado, que ni siquiera tuve ganas de comer.
MARZO (17): ¡Volvieron! ¡Volvieron! ¡Aparecieron hoy! Era tanta mi alegría cuando llegaron que les salté encima, los lengüeteé , ladraba sin parar, que me llevó un rato darme cuenta que habían traido un humano pequeñito. Lo descubrí porque sentí un olor desconocido, era un aroma dulzón y descubrí que provenía de un canasto grande como el mío pero sin techo. Ahí estaba el pequeño que olía tan bien ¡totalmente lampiño! No tiene los pelos de ella, tan parecidos a los míos, ni los pelos desteñidos en la cara de él. No, éste nada.
Me dejaron acercarme, olerlo, pero apenas pude tocarlo con el hocico. Tampoco me dejaron meterme en su canasto.
MAYO: El ritmo de nuestra vida cambió un poco: ahora todo gira en torno al nuevo amito. Dormimos, comemos o jugamos según a él se le antoja.
SETIEMBRE: ¡El pequeño humano es sensacional! Compartimos todo el tiempo. Los amos lo colocan en un almohadón en el suelo y me lo dejan a mi cuidado. Jugamos todo el día. Es tan simpático ... ¡Se ríe de todo lo que hago y le encanta que le pase la lengua por la cara! Y cuando se cansa y se duerme, con su cabeza sobre mi panza, me quedo quieto y lo cuido para que nadie lo toque.
ENERO: El pequeño es más parecido a mi que los amos. Él también anda en cuatro patas como yo, sólo que mucho más lento, pero me sigue por toda la casa y también por la galería y el patio. Yo me adelanto para mostrarle por dónde tiene que andar y vuelvo a buscarlo. A veces tengo que empujarlo, porque insiste en meterse en lugares incómodos, pero en general, pasamos el día jugando y riéndonos todo el tiempo. Lo que ocurre es que él, se parece a los de mi manada.
lunes, 17 de febrero de 2014
ESTEREOTIPO
Lida tiene una rutina precisa que cumple a rajatable. De lunes a viernes, unos minutos antes de las ocho, aparece en la puerta de su casita con el delantal y los ruleros puestos, el plumero en una mano y la escoba en otra.
Sacudir el polvo de la única ventana y barrer los ocho metros de vereda, suele llevarle una hora. Es que es interrumpida por todos los que pasan a esa hora (casi todo el mundo rumbo a su trabajo). Para Lida es una obligación casi religiosa interiorizarse de las novedades de cada uno. Los que, en algún momento, intentaron la vereda de enfrente, para evitarla, terminaron desistiendo, porque era peor tener que contestar a los gritos desde la distancia.
El segundo movimiento del día de Lida es, ya quitados el delantal y los ruleros, salir por el barrio a hacer las compras. Su recorrido no se extiende más allá de dos o tres cuadras, para llegar hasta la panadería, verdulería y despensa. Este trámite es más largo, porque incluye más personas que sufren su artero y mortífero interrogatorios.
Las primeras horas de la tarde encuentran a Lida instalada frente al televisor, pendiente de las novelas románticas que la acompañan desde su adolescencia. Pero a media tarde, todo cambia: comienzan a llegar "las chicas", como ella las llama. Son todas señoras que ya superaron el tiempo del trabajo redituable y se reunen para confeccionar, remodelar o transformar juguetes con materiales reciclables: papeles, cartones, telas, tapitas, botones y cuanto material posible recoge entre familiares, amigos y especialmente entre sus queridos vecinos.
Entre mates, bizcochitos u otras delicias caseras y bajo la supervisión de Lida, de sus manos habilidosas surgen toda clase de muñecos y animalitos que luego se van apilando en cajas que una vez al mes parten hacia guarderías, jardines o centros asistenciales.
Terminan cada jornada con una oración para los desconocidos destinatarios.
CUENTO - 5-09-13
Sacudir el polvo de la única ventana y barrer los ocho metros de vereda, suele llevarle una hora. Es que es interrumpida por todos los que pasan a esa hora (casi todo el mundo rumbo a su trabajo). Para Lida es una obligación casi religiosa interiorizarse de las novedades de cada uno. Los que, en algún momento, intentaron la vereda de enfrente, para evitarla, terminaron desistiendo, porque era peor tener que contestar a los gritos desde la distancia.
El segundo movimiento del día de Lida es, ya quitados el delantal y los ruleros, salir por el barrio a hacer las compras. Su recorrido no se extiende más allá de dos o tres cuadras, para llegar hasta la panadería, verdulería y despensa. Este trámite es más largo, porque incluye más personas que sufren su artero y mortífero interrogatorios.
Las primeras horas de la tarde encuentran a Lida instalada frente al televisor, pendiente de las novelas románticas que la acompañan desde su adolescencia. Pero a media tarde, todo cambia: comienzan a llegar "las chicas", como ella las llama. Son todas señoras que ya superaron el tiempo del trabajo redituable y se reunen para confeccionar, remodelar o transformar juguetes con materiales reciclables: papeles, cartones, telas, tapitas, botones y cuanto material posible recoge entre familiares, amigos y especialmente entre sus queridos vecinos.
Entre mates, bizcochitos u otras delicias caseras y bajo la supervisión de Lida, de sus manos habilidosas surgen toda clase de muñecos y animalitos que luego se van apilando en cajas que una vez al mes parten hacia guarderías, jardines o centros asistenciales.
Terminan cada jornada con una oración para los desconocidos destinatarios.
CUENTO - 5-09-13
PROSOPAGNOSIA
Siempre me jacté por la rapidez para contestar, especialmente ante ataques, críticas o enfrentamientos. Era la "tanada" que habita en mi interior que me defendía de las agresiones.
Esa tórrida mañana de febrero, enfundada en el guardapolvo celeste, que me sofocaba, caminaba por la calle Moreno, rumbo a la escuela, arrastrando el portafolio cargado de carpetas, fotocopias, folletos, libros, útiles escolares y el mal humor de tener que pasar la mañana planificando proyectos, programas y actividades que después las urgencias y la realidad convertían en utópicas y se iban demorando, aplazando y restringiendo a lo largo del año, cuando el calor insoportable y el húmedo viento norte gritaban que el lugar ideal era la pileta, que seguía su temporada a pleno pero que yo había tenido que interrumpir por las directivas del ministerio que "bajaba" sugerencias enriquecedoras.
Me faltaban dos cuadras aún cuando pasó a mi lado una camioneta roja y su conductor me saludó
extremadamente amable.
¡Viejo verde! ¡Hijo de puta! ¡Pelodudo de mierda! ¡A esta hora de la mañana ya estás mirando mujeres! ¡Andá a laburar!
El rosario de improperios estalló en mi cerebro como un latigazo pero por alguna extraña razón, aunque abrí la boca ninguna se materializó en palabras. Quizás el calor me había secado la lengua y se me había pegado al paladar.
Con ese acontecimiento extra que aumentó aún más mi malhumor llegué a la escuela. La vorágine escolar me absorvió.
El primer lunes de marzo estaba en la puerta de la escuela, enfundada en el guardapolvo celeste, producida para la ocasión del primer día de clase, recibiendo a mis alumnos, cuando vi la camioneta roja detenerse exactamente delante de mí y al mismo conductor saludarme de nuevo ceremoniosamente y despedir con un beso a un niño que se bajó del vehículo y corrió hacia mí, a saludarme y recibir mi beso de bienvenida al nuevo año escolar. ¡Era el padre de uno de mis alumnitos! ¡Uno de los pocos padres que aún conocen y saludan a la maestra de su hijo! Los colores se me subieron a la cara, al recordar lo mal que interpreté su saludo la vez anterior, pero nadie se dio cuenta porque el sol de la una de la tarde nos había dejado sus dedos marcados a todos.
Ese día me propuse contar hasta tres antes de contestar, sea lo que fuere que me dijeran y de a poco, con esfuerzo, perseverancia y control, lo fui logrando.
Aunque todavía hoy, a veces la "tanada" me gana la partida.
CUENTO - 20-08-13
Recreación literaria basada en un hecho real.
Prosopagnosia es una enfermedad (muy poco conocida) que impide recordar rostros y nombres de personas conocidas.
Esa tórrida mañana de febrero, enfundada en el guardapolvo celeste, que me sofocaba, caminaba por la calle Moreno, rumbo a la escuela, arrastrando el portafolio cargado de carpetas, fotocopias, folletos, libros, útiles escolares y el mal humor de tener que pasar la mañana planificando proyectos, programas y actividades que después las urgencias y la realidad convertían en utópicas y se iban demorando, aplazando y restringiendo a lo largo del año, cuando el calor insoportable y el húmedo viento norte gritaban que el lugar ideal era la pileta, que seguía su temporada a pleno pero que yo había tenido que interrumpir por las directivas del ministerio que "bajaba" sugerencias enriquecedoras.
Me faltaban dos cuadras aún cuando pasó a mi lado una camioneta roja y su conductor me saludó
extremadamente amable.
¡Viejo verde! ¡Hijo de puta! ¡Pelodudo de mierda! ¡A esta hora de la mañana ya estás mirando mujeres! ¡Andá a laburar!
El rosario de improperios estalló en mi cerebro como un latigazo pero por alguna extraña razón, aunque abrí la boca ninguna se materializó en palabras. Quizás el calor me había secado la lengua y se me había pegado al paladar.
Con ese acontecimiento extra que aumentó aún más mi malhumor llegué a la escuela. La vorágine escolar me absorvió.
El primer lunes de marzo estaba en la puerta de la escuela, enfundada en el guardapolvo celeste, producida para la ocasión del primer día de clase, recibiendo a mis alumnos, cuando vi la camioneta roja detenerse exactamente delante de mí y al mismo conductor saludarme de nuevo ceremoniosamente y despedir con un beso a un niño que se bajó del vehículo y corrió hacia mí, a saludarme y recibir mi beso de bienvenida al nuevo año escolar. ¡Era el padre de uno de mis alumnitos! ¡Uno de los pocos padres que aún conocen y saludan a la maestra de su hijo! Los colores se me subieron a la cara, al recordar lo mal que interpreté su saludo la vez anterior, pero nadie se dio cuenta porque el sol de la una de la tarde nos había dejado sus dedos marcados a todos.
Ese día me propuse contar hasta tres antes de contestar, sea lo que fuere que me dijeran y de a poco, con esfuerzo, perseverancia y control, lo fui logrando.
Aunque todavía hoy, a veces la "tanada" me gana la partida.
CUENTO - 20-08-13
Recreación literaria basada en un hecho real.
Prosopagnosia es una enfermedad (muy poco conocida) que impide recordar rostros y nombres de personas conocidas.
PACÍFICO
Pacífico alzó la cabeza airosamente y por un momento se mantuvo inmóvil. Luego avanzó un paso, dos, tres. Lamió con pereza la arena, se estremeció con su calor, saboreó su aspereza y se retiró con la misma lentitud con que había avanzado dejando capas de crines saladas a cada paso. Se replegó en sí mismo antes de tomar impulso para reiniciar la marcha, pero un diente dorado que se abrió entre los nubarrones disparó su saeta y le dio de pleno en el rostro, dejándolo nuevamente inmóvil.
Recibió con regocijo esa luz que venía de lo alto y se dispuso a dejarse llevar, disfrutándola. Pero no pudo: su fuerza interior se impuso y volvió a emprender su marcha de uno, dos, tres pasos.
PROSA - 16-07-13
Recibió con regocijo esa luz que venía de lo alto y se dispuso a dejarse llevar, disfrutándola. Pero no pudo: su fuerza interior se impuso y volvió a emprender su marcha de uno, dos, tres pasos.
PROSA - 16-07-13
INCERTIDUMBRE
Incertidumbre entre asomarse,
mostrarse,
aparecer,
o seguir refugiado en la oscuridad.
No había otras opciones.
Era una u otra.
Un muro de silencio.
Túnel sin fin.
Escabullirse por los pasillos,
cerrar de puertas sigilosos
y alcanzar la calle.
O colgarse una sonrisa.
Alzar la cabeza
y dar dos pasos al frente
en el escenario
y recibir el aplauso estruendoso.
O el abucheo.
POEMA - 10-07-13
mostrarse,
aparecer,
o seguir refugiado en la oscuridad.
No había otras opciones.
Era una u otra.
Un muro de silencio.
Túnel sin fin.
Escabullirse por los pasillos,
cerrar de puertas sigilosos
y alcanzar la calle.
O colgarse una sonrisa.
Alzar la cabeza
y dar dos pasos al frente
en el escenario
y recibir el aplauso estruendoso.
O el abucheo.
POEMA - 10-07-13
domingo, 16 de febrero de 2014
ÁTOMO
Era tan mínusculo,
indescriptible,
imperceptible,
que sólo una mirada Perfecta
podría descubrirlo
en la negrura de la nada.
Insignificante.
Y, sin embargo,
completo.
Su interior latía con estruendo.
El fuego lo devoraba.
Se recogió en sí mismo.
Esfuerzo. Concentración.
Hasta que la fuerza interior
lo superó.
Y estalló en billones
de partículas.
POEMA - 19-06-13
indescriptible,
imperceptible,
que sólo una mirada Perfecta
podría descubrirlo
en la negrura de la nada.
Insignificante.
Y, sin embargo,
completo.
Su interior latía con estruendo.
El fuego lo devoraba.
Se recogió en sí mismo.
Esfuerzo. Concentración.
Hasta que la fuerza interior
lo superó.
Y estalló en billones
de partículas.
POEMA - 19-06-13
PARADOJA
Había llovido hacía unos días y la tierra aún conservaba cierta humedad. Al menos por la mañana, cuando el sol todavía no apretaba.
Caminaba sin sentido determinado, cuando le llamó la atención que en un ramillete de hongos, uno de ellos, el más grande todos, tenía el techo rojo y unos lunares amarillos que ocupaban grandes espacios.
Se inclinó a observar esa extrañeza y su sorpresa fue en aumento al descubrir que en su base tenía una puertita verde oscuro que se abrió intespectivamente y comenzaron a salir aquellos hombrecitos de ropajes llamativos: ajustadas calzas grises, enormes zapatones, camisolas de colores violentos, sus cabezas enfundadas en gorros tejidos, orejeras, con viceras o puntiagudos. Todos llevaban algún elemento de labranza al hombro y cantaban (una manera de decir) una canción en un idioma que no alcanzó a identificar.
Conteniendo la respiración y moviéndose levemente, dio unos pasos detrás de ellos, evitando cuidadosamente de no pisarlos.
Ellos en ningún momento percibieron su presencia (o si la advirtieron LA ignoraron) y pronto se perdieron dentro del almácigo de acelga.
CUENTO - 5-06-13
Caminaba sin sentido determinado, cuando le llamó la atención que en un ramillete de hongos, uno de ellos, el más grande todos, tenía el techo rojo y unos lunares amarillos que ocupaban grandes espacios.
Se inclinó a observar esa extrañeza y su sorpresa fue en aumento al descubrir que en su base tenía una puertita verde oscuro que se abrió intespectivamente y comenzaron a salir aquellos hombrecitos de ropajes llamativos: ajustadas calzas grises, enormes zapatones, camisolas de colores violentos, sus cabezas enfundadas en gorros tejidos, orejeras, con viceras o puntiagudos. Todos llevaban algún elemento de labranza al hombro y cantaban (una manera de decir) una canción en un idioma que no alcanzó a identificar.
Conteniendo la respiración y moviéndose levemente, dio unos pasos detrás de ellos, evitando cuidadosamente de no pisarlos.
Ellos en ningún momento percibieron su presencia (o si la advirtieron LA ignoraron) y pronto se perdieron dentro del almácigo de acelga.
CUENTO - 5-06-13
DIVAGACIÓN
El camino de tierra está seco, pero húmedo. Despacio, porque este autito pequeño "coletea". Total es temprano. ¿Habré traido la llave del portón?. Si. Si siempre la tengo en el bolsillo del bolso. ¡Cómo me equivoqué con este bolso!, está lleno de compartimientos y bolsillos, pero no entra nada.
¡Qué día radiante! Luminoso. Casi enceguecedor. El caminito está verde, señal que aún no empezaron las heladas. No importa si estaciono en el sol, total después baja la temperatura.
Bueno, ¡manos a la obra! ¿empiezo por el desyerbado? Ahí están las calandrias, haciéndome vuelo rasante, como siempre. ¿Qué se creen? ¿qué les voy a tocar el nido? A esta altura tendrían que haber aprendido que yo trabajo la tierra y ustedes están en el ceibo rojo-fuego-sangre. ¡Qué árbol generoso!: mitad de sus ramas secas, retorcidas, mutiladas por el cable de alta tensión y la otra mitad, doblada hacia el oeste, pleno de vida, hojas y flores. En el patio de la escuela había un ceibo centenario al lado del mástil y sus flores nos goteaban pétalos cuando formábamos para izar la bandera y la directora nos hablaba a los gritos "pelados", repitiéndonos siempre las mismas consignas. Claro, en aquella época las escuelas no tenían micrófono. En cambio yo ¡qué manera de usarlo! lo tenía encarnado en la mano. En la mano y en la voz. Y los chicos escuchaban. Hacían silencio y escuchaban. Ahora los pibes no escuchan nada. Nada y a nadie.
¿Seguirá viviendo ese ceibo? Tendría que pasar un día por la esquina de la escuela para echar una miradita y verlo de nuevo. Tengo que acordarme, porque después siempre se me hace de noche y salgo "a los piques".
Las calandrias siguen alborotando con sus gritos ¿por qué no se van a competir con el bochinche de los loros? Loros y cotorras. ¡Insoportables! No paran nunca. No termino de imaginarme cuántas cosas tienen para contarse que no sea el chismerío diario de cuánto alimento consiguieron, los nacimientos y las nuevas parejas. Bueno, no se diferencian demasiado de los humanos, entre ellos y aquellos, casi que prefieron este cotorrerío y el vuelo rasante de las calandrias.
PROSA 29-05-13
¡Qué día radiante! Luminoso. Casi enceguecedor. El caminito está verde, señal que aún no empezaron las heladas. No importa si estaciono en el sol, total después baja la temperatura.
Bueno, ¡manos a la obra! ¿empiezo por el desyerbado? Ahí están las calandrias, haciéndome vuelo rasante, como siempre. ¿Qué se creen? ¿qué les voy a tocar el nido? A esta altura tendrían que haber aprendido que yo trabajo la tierra y ustedes están en el ceibo rojo-fuego-sangre. ¡Qué árbol generoso!: mitad de sus ramas secas, retorcidas, mutiladas por el cable de alta tensión y la otra mitad, doblada hacia el oeste, pleno de vida, hojas y flores. En el patio de la escuela había un ceibo centenario al lado del mástil y sus flores nos goteaban pétalos cuando formábamos para izar la bandera y la directora nos hablaba a los gritos "pelados", repitiéndonos siempre las mismas consignas. Claro, en aquella época las escuelas no tenían micrófono. En cambio yo ¡qué manera de usarlo! lo tenía encarnado en la mano. En la mano y en la voz. Y los chicos escuchaban. Hacían silencio y escuchaban. Ahora los pibes no escuchan nada. Nada y a nadie.
¿Seguirá viviendo ese ceibo? Tendría que pasar un día por la esquina de la escuela para echar una miradita y verlo de nuevo. Tengo que acordarme, porque después siempre se me hace de noche y salgo "a los piques".
Las calandrias siguen alborotando con sus gritos ¿por qué no se van a competir con el bochinche de los loros? Loros y cotorras. ¡Insoportables! No paran nunca. No termino de imaginarme cuántas cosas tienen para contarse que no sea el chismerío diario de cuánto alimento consiguieron, los nacimientos y las nuevas parejas. Bueno, no se diferencian demasiado de los humanos, entre ellos y aquellos, casi que prefieron este cotorrerío y el vuelo rasante de las calandrias.
PROSA 29-05-13
miércoles, 12 de febrero de 2014
CONSUMISMO SALVAJE
Cuotas. Tarjetas de débito.
Tarjeta de crédito.
Cuotas. Televisor. MP4.
Tarjeta. Tarjeta.
Cuotas. Automóvil.
Pileta climatizada. Alarma.
Cuotas. Tarjeta. Tarjeta.
Lancha. Viaje al Caribe.
Sistema de monitoreo láser.
Cuotas. Tarjetas. Tarjetas.
Ampliación de la vivienda.
Nuevos muebles. Nuevo televisor.
Cuotas. Tarjetas. Tarjetas.
Cabaña en la costa.
Crucero por el Mediterráneo.
Cuotas. Tarjetas. Tarjetas.
A.C.V.
POEMA - 23-05-13
Tarjeta de crédito.
Cuotas. Televisor. MP4.
Tarjeta. Tarjeta.
Cuotas. Automóvil.
Pileta climatizada. Alarma.
Cuotas. Tarjeta. Tarjeta.
Lancha. Viaje al Caribe.
Sistema de monitoreo láser.
Cuotas. Tarjetas. Tarjetas.
Ampliación de la vivienda.
Nuevos muebles. Nuevo televisor.
Cuotas. Tarjetas. Tarjetas.
Cabaña en la costa.
Crucero por el Mediterráneo.
Cuotas. Tarjetas. Tarjetas.
A.C.V.
POEMA - 23-05-13
SIEMPRE HAY UN NUEVO DÍA
La noche de insomnio fue larga y densa. Vueltas y vueltas, buscando la posición adecuada que nunca encontró. Con los ojos cerrados aún, regresaba a las imágenes que la perturbaron durante horas: los gestos que se hicieron y no debieron y los que faltaron, esa infinitud de palabras que se cruzaron, que tendrían que haberse evitado y todas las que se guardaron y eran las que en realidad se tendrían que haber dicho. Y los silencios. Pesados, incómodos, pegajosos, que impusieron la distancia definitiva. Todo tan doloroso. Inútil y desafortunadamente doloroso.
Abrió los ojos y contuvo la respiración. Con un esfuerzo de voluntad supremo corrió las sábanas y se sentó. Suspiró sonoramente y se puso de pie.
Lentamente se acercó a la ventana y la abrió. Un día azul la golpeó con toda su luminosidad. El aire frío le mosdisqueó la piel y un trino de calandrias le dio la bienvenida. El sol ya estaba alto y salpicaba motas amarillas en los techos, los bordes de las viviendas y las ramas que ondeaban apenas.
Fue hasta el placard, eligió cuidadosamente cada prenda y se vistió. Se maquilló discretamente pero recargó con rimel las pestañas, arqueándolas.
Sonrió y salió a la vida.
PROSA . 9-07-13
Inspirado en el óleo con el mismo título, de mi autoría.
Abrió los ojos y contuvo la respiración. Con un esfuerzo de voluntad supremo corrió las sábanas y se sentó. Suspiró sonoramente y se puso de pie.
Lentamente se acercó a la ventana y la abrió. Un día azul la golpeó con toda su luminosidad. El aire frío le mosdisqueó la piel y un trino de calandrias le dio la bienvenida. El sol ya estaba alto y salpicaba motas amarillas en los techos, los bordes de las viviendas y las ramas que ondeaban apenas.
Fue hasta el placard, eligió cuidadosamente cada prenda y se vistió. Se maquilló discretamente pero recargó con rimel las pestañas, arqueándolas.
Sonrió y salió a la vida.
PROSA . 9-07-13
Inspirado en el óleo con el mismo título, de mi autoría.
AMOR SIGLO XIX
Tenía que ser él.
Él, o ningún otro.
¿Cómo conseguir
su mirada?
¿Existía algún método
para que esos ojos negros
la registrasen?
Ya lo había probado todo:
pasaditas enfrente,
caída de párpados,
pañuelito en el suelo,
esquelas aromáticas,
mensajes a través de terceros,
invitaciones a sus galas,
su morenita espiándolo.
Si. Lo había intentado todo.
En vano.
No lo pensó más
y se bajó del coche.
Con sigilo entró en la choza.
La hechicera la esperaba
rodeada de potes
con diversas infusiones
y en un vaho de niebla y perfumes.
Le extendió la bolsita con los reales
y pronunció su nombre.
Por primera vez en voz alta.
El conjuro se ponía en marcha.
POEMA. 3-07-13
Él, o ningún otro.
¿Cómo conseguir
su mirada?
¿Existía algún método
para que esos ojos negros
la registrasen?
Ya lo había probado todo:
pasaditas enfrente,
caída de párpados,
pañuelito en el suelo,
esquelas aromáticas,
mensajes a través de terceros,
invitaciones a sus galas,
su morenita espiándolo.
Si. Lo había intentado todo.
En vano.
No lo pensó más
y se bajó del coche.
Con sigilo entró en la choza.
La hechicera la esperaba
rodeada de potes
con diversas infusiones
y en un vaho de niebla y perfumes.
Le extendió la bolsita con los reales
y pronunció su nombre.
Por primera vez en voz alta.
El conjuro se ponía en marcha.
POEMA. 3-07-13
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