martes, 18 de febrero de 2014

CONDE

   ENERO: Yo me pregunto qué pasará por la cabeza de este humano que me adoptó. El día que me fue a buscar, me sacó de la caja donde estaba durmientdo al calor de mi madre, me abrazó, me llenó de besos, me dio vuelta las orejas, me acarició a contrapelo, despeinándome y finalmente me instaló sobre una manta peluda en un habitáculo al lado de él, hizo unos ruidos espantosos y empezamos a movilizarnos a una velocidad que me produjo vértigo.
   Por suerte cuando creí que ya no soportaría más esa situación, el movimiento cesó juntamente con el ruido.
 De nuevo me cargó en sus brazos y con sonidos guturales me entregó a la humana que lo acompaña. Ella también repitió todo el rito de grititos, abrazos, besos, caricias, pero al menos ella es suave, delicada y huele muy bien.
   Esos primeros días fueron muy pacientes conmigo, tratando de inculcarme dónde tenía que comer, dónde "descomer" y dónde dormir.
   La primera noche extrañaba a mi mamá, así que no soporté y me puse a llorar. Ella se levantó , me acariciaba y hablaba dulcemente hasta que me dormía, pero luego me despertaba y se había ido, así que volvía a llorar y ella regresaba. Fue una larga noche.
  Pero a la noche siguiente, cuando empecé a llorar, no apareció. Al fin me vencieron el sueño y el cansancio y me dormí.
   FEBRERO ( primera quincena): Mi amo me llevó de otro humano que me palpó por todas partes, me midió de aquí y de allá, me puso sobre un aparato que tenía un señalador que según sus expresiones era muy preciso y finalmente me pinchó en una pata (yo me lo aguanté estoicamente) y derramó gotitas sobre mi cuello (estoy seguro que no era agua porque olía muy fuerte).
   FEBRERO (segunda quincena): Mi amo tiene actitudes que no comprendo. Me tomó en brazos, me despeinó, como hace siempre, y cuando menos lo esperaba, me sumergió en una pileta con agua!!! Estaba tibia, es verdad, pero no me gustó nada, así que intenté por todos los medios escaparme, pero él es muy hábil y supo cómo mantenerme quieto. Además ella le ayudó. Me refregaron todo el cuerpo y empezó a aparecer una espuma blandita que creí que me iba a desteñir mis pelos oscuros. Pero no, con mucha agua, volví a ser yo.
   Me envolvieron en una toalla inmensa y me abrieron la boca y pasaron por mis dientes un cepillo (por suerte era suave) con una pasta que tenía un gusto extraño, así que no me la comí. Pero después me quedó la boca fresca y aromatizada.
   MARZO: Vivir aquí está bueno: a la mañana me abren la puerta y tengo un largo patio que recorro de un otro extremo a otro; puedo jugar, correr, dormir debajo de una hojas enormes, escarbar en la tierra. Eso sí, lo hago en los rincones, para que mis amos no se den cuenta, porque ya me enterè que  no les gusta. Tampoco mastico las hojas, porque sino aparece ella y me refriega el hocico contra los restos vegetales, pero no es por eso, sino porque ella cambia totalmente el tono de voz en esos momentos.
   ABRIL:  Estoy creciendo mucho. Me doy cuenta porque al principio no podía subirme a los sillones, eran muy altos, pero ahora, si tomo impulso, salto y llego justo.
   También mis pelos se alargaron muchísimo. Y eso está bueno. Porque encontré una forma de desquitarme. Como ellos insisten en bañarme (cosa que no comprendo, si yo sólo camino por la tierra, escarbo, me revuelco en el pasto y me paso el día lengüeteándome los pelos para que me queden lacios y brillosos); digo, como insisten en bañarme, me quedo quieto durante el sacrificio, pero en cuanto terminan, me sacudo el agua frenéticamente y los empapo. Al principio gritaban, pero creo que ya se acostumbraron, porque ahora se ríen.
   JUNIO:  Hoy estuvimos de fiesta. Fue muy extraño. Mis amos estaban observando algo, (un pequeño aparato que tenían en la mano) en un silencio tan absoluto, que yo también me quedé quieto y en silencio, ni la cola movía. De pronto estallaron en gritos, abrazos y besos. Después se percataron de mi presencia y me incorporaron al festejo: me abrazaban, besaban, me hablaban con cariño... Yo aproveché para saltar, ladrar y, sobre todo, pasarles la lengua por la cara. Todavía no sé qué hice para obtener semejante agasajo, pero lo disfruté mucho y aproveché para ganarme un lugar que deseaba desde hace tiempo: acomodarme en el sillón en medio de los dos cuando se sientan frente a la caja que tiene humanos pequeños adentro.
   Él continúa con su costumbre de acariciarme a contrapelo, dejándome como un plumero, pero hoy no me importó.
   DICIEMBRE: Hace mucho que no hablo de mi. Es que ya tengo un año, he crecido muchísimo, ya no corro tanto por la casa y el patio y estoy muy feliz viviendo con estos humanos.
   MARZO (15): ¡Me abandonaron! ¡Se fueron y me dejaron! Ayer a la mañana, muy temprano, él me despertó y casi empujándome, me sacó a la galería, con mi canasto, mi plato y mi bebedero, cerró las puertas y desaparecieron. Me cansé de ladrar, intenté por todos los medios abrir la puerta, como hago siempre, pero fue imposible. Se fueron y me dejaron. Me siento tan decepcionado, que ni siquiera tuve ganas de comer.
   MARZO (17):  ¡Volvieron! ¡Volvieron! ¡Aparecieron hoy! Era tanta mi alegría cuando llegaron que les salté encima, los lengüeteé , ladraba sin parar, que me llevó un rato darme cuenta que habían traido un humano pequeñito. Lo descubrí porque sentí un olor desconocido, era un aroma dulzón y descubrí que provenía de un canasto grande como el mío pero sin techo. Ahí estaba el pequeño que olía tan bien ¡totalmente lampiño! No tiene los pelos de ella, tan parecidos a los míos, ni los pelos desteñidos en la cara de él. No, éste nada.
   Me dejaron acercarme, olerlo, pero apenas pude tocarlo con el hocico. Tampoco me dejaron meterme en su canasto.
   MAYO:  El ritmo de nuestra vida cambió un poco: ahora todo gira en torno al nuevo amito. Dormimos, comemos o jugamos según a él se le antoja.
   SETIEMBRE:  ¡El pequeño humano es sensacional! Compartimos todo el tiempo. Los amos lo colocan en un almohadón en el suelo y me lo dejan a mi cuidado. Jugamos todo el día. Es tan simpático ... ¡Se ríe de todo lo que hago y le encanta que le pase la lengua por la cara! Y cuando se cansa y se duerme, con su cabeza sobre mi panza, me quedo quieto y lo cuido para que nadie lo toque.
   ENERO:  El pequeño es más parecido a mi que los amos. Él también anda en cuatro patas como yo, sólo que mucho más lento, pero me sigue por toda la casa y también por la galería y el patio. Yo me adelanto para mostrarle por dónde tiene que andar y vuelvo a buscarlo. A veces tengo  que empujarlo, porque insiste en meterse en lugares incómodos, pero en general, pasamos el día jugando y riéndonos todo el tiempo. Lo que ocurre es que él, se parece a los de mi manada.
 

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